Un nuevo estudio ha presentado la primera evidencia de que un elemental sentido de la justicia y del altruismo es observable ya desde la infancia. Según la investigación, los bebés de 15 meses perciben la diferencia entre la distribución igual y desigual de los alimentos, y este hecho se vinculó a su voluntad de compartir juguetes. Este hallazgo ha sido publicado en la revista 'PLoS ONE'.
"Nuestros hallazgos muestran que las normas de equidad y el altruismo se adquieren más rápidamente de lo que pensábamos", afirma la directora del estudio, Jessica Sommerville, profesora de psicología en la Universidad de Washington (Estados Unidos). La investigadora añade que "los bebés que eran más sensibles a la distribución equitativa de los alimentos también eran más propensos a compartir su juguete preferido".
Según uno de los coautores, Marco Schmidt, estudiante de doctorado en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), el estudio tiene implicaciones para fomentar el igualitarismo y la cooperación humana.
Estudios previos han revelado que a los dos años de edad, los niños pueden ayudar a los demás - lo cual es considerado como una medida de altruismo - y que alrededor de los 6 o 7 años muestran un sentido de la justicia. Sommerville, experta en desarrollo infantil temprano, sospechaba que estas cualidades pueden ser evidentes a edades aún más tempranas.
Los bebés de alrededor de 15 meses de edad, ya comienzan a mostrar comportamientos cooperativos, tales como ayudar a los demás de forma espontánea. "Sospechamos que la equidad y el altruismo también pueden ser evidentes desde entonces ", afirma Sommerville.
Durante el experimento, un bebé de 15 meses, sentado en el regazo de su madre o de su padre, visionaba dos videos cortos sobre personas llevando a cabo una tarea. En un video, se repartía un plato de galletas entre dos personas; la distribución de alimentos se hizo dos veces, una con una asignación equitativa de las galletas y otra con una asignación desigual. La segunda película fue igual pero utilizando una jarra de leche, en vez de galletas.
A continuación, los investigadores analizaron cómo los bebés -47 en total- se fijaban en la distribución de alimentos; observaron entonces que los bebés prestaban más atención cuando se sorprendían, y se fijaban en si un beneficiario obtenía más alimento que el otro. Según Sommervile, "los bebés esperaban una distribución equitativa y justa de los alimentos, y se sorprendían al ver a una persona con más galletas o leche que la otra".
Para averiguar si el sentido de la justicia de los bebés tiene relación con su propia voluntad de compartir, los investigadores llevaron a cabo una segunda tarea en la que un bebé podía elegir entre dos juguetes: un simple bloque de Lego o un muñeco Lego más elaborado. El juguete que el bebé escogía fue etiquetado como su juguete preferido.
A continuación, un investigador que los bebés no habían visto antes señalaba a los juguetes y preguntaba, "¿puedo coger uno?", en respuesta, un tercio de los niños compartió su juguete preferido y otro tercio su juguete no preferido. El otro tercio de los bebés no compartió ningún juguete, lo que puede ser debido a que estaban nerviosos o desmotivados para compartir.
Comparando la tarea de intercambio de juguetes y los resultados de las tareas de distribución de alimentos, los investigadores encontraron que el 92% de los bebés que compartieron su juguete preferido -llamados "partícipes altruistas"- pasaron más tiempo observando la distribución desigual de los alimentos. En contraste, el 86% de los bebés que compartieron su juguete no preferido, el "partícipe egoísta", se sorprendió más cuando se produjo una división justa de los alimentos.
Los partícipes altruistas eran muy sensibles a la violación de la equidad en la tarea de los alimentos", explica Sommerville, "mientras tanto, los partícipes egoístas mostraron el efecto opuesto".
¿Significa esto que la equidad y el altruismo son innatos, o estas cualidades pueden ser aprendidas? Sommerville y su equipo de investigación están estudiando esta cuestión actualmente, observando cómo los valores de los padres y sus creencias pueden alterar el desarrollo de un bebé. "Es probable que los bebés recojan estas normas de una manera no verbal, mediante la observación de cómo se tratan las personas entre sí", concluye Sommerville.
"Nuestros hallazgos muestran que las normas de equidad y el altruismo se adquieren más rápidamente de lo que pensábamos", afirma la directora del estudio, Jessica Sommerville, profesora de psicología en la Universidad de Washington (Estados Unidos). La investigadora añade que "los bebés que eran más sensibles a la distribución equitativa de los alimentos también eran más propensos a compartir su juguete preferido".
Según uno de los coautores, Marco Schmidt, estudiante de doctorado en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), el estudio tiene implicaciones para fomentar el igualitarismo y la cooperación humana.
Estudios previos han revelado que a los dos años de edad, los niños pueden ayudar a los demás - lo cual es considerado como una medida de altruismo - y que alrededor de los 6 o 7 años muestran un sentido de la justicia. Sommerville, experta en desarrollo infantil temprano, sospechaba que estas cualidades pueden ser evidentes a edades aún más tempranas.
Los bebés de alrededor de 15 meses de edad, ya comienzan a mostrar comportamientos cooperativos, tales como ayudar a los demás de forma espontánea. "Sospechamos que la equidad y el altruismo también pueden ser evidentes desde entonces ", afirma Sommerville.
Durante el experimento, un bebé de 15 meses, sentado en el regazo de su madre o de su padre, visionaba dos videos cortos sobre personas llevando a cabo una tarea. En un video, se repartía un plato de galletas entre dos personas; la distribución de alimentos se hizo dos veces, una con una asignación equitativa de las galletas y otra con una asignación desigual. La segunda película fue igual pero utilizando una jarra de leche, en vez de galletas.
A continuación, los investigadores analizaron cómo los bebés -47 en total- se fijaban en la distribución de alimentos; observaron entonces que los bebés prestaban más atención cuando se sorprendían, y se fijaban en si un beneficiario obtenía más alimento que el otro. Según Sommervile, "los bebés esperaban una distribución equitativa y justa de los alimentos, y se sorprendían al ver a una persona con más galletas o leche que la otra".
Para averiguar si el sentido de la justicia de los bebés tiene relación con su propia voluntad de compartir, los investigadores llevaron a cabo una segunda tarea en la que un bebé podía elegir entre dos juguetes: un simple bloque de Lego o un muñeco Lego más elaborado. El juguete que el bebé escogía fue etiquetado como su juguete preferido.
A continuación, un investigador que los bebés no habían visto antes señalaba a los juguetes y preguntaba, "¿puedo coger uno?", en respuesta, un tercio de los niños compartió su juguete preferido y otro tercio su juguete no preferido. El otro tercio de los bebés no compartió ningún juguete, lo que puede ser debido a que estaban nerviosos o desmotivados para compartir.
Comparando la tarea de intercambio de juguetes y los resultados de las tareas de distribución de alimentos, los investigadores encontraron que el 92% de los bebés que compartieron su juguete preferido -llamados "partícipes altruistas"- pasaron más tiempo observando la distribución desigual de los alimentos. En contraste, el 86% de los bebés que compartieron su juguete no preferido, el "partícipe egoísta", se sorprendió más cuando se produjo una división justa de los alimentos.
Los partícipes altruistas eran muy sensibles a la violación de la equidad en la tarea de los alimentos", explica Sommerville, "mientras tanto, los partícipes egoístas mostraron el efecto opuesto".
¿Significa esto que la equidad y el altruismo son innatos, o estas cualidades pueden ser aprendidas? Sommerville y su equipo de investigación están estudiando esta cuestión actualmente, observando cómo los valores de los padres y sus creencias pueden alterar el desarrollo de un bebé. "Es probable que los bebés recojan estas normas de una manera no verbal, mediante la observación de cómo se tratan las personas entre sí", concluye Sommerville.
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